domingo, 26 de mayo de 2013

Medios para la producción de conocimiento en Trabajo Social: las problemáticas de la praxis social, la investigación social y la sistematización. RUTH NOEMI PAROLA


XVI CONGRESO LATINOAMERICANO DE ESCUELAS DE TRABAJO
SOCIAL
“LA GLOBALIZACION Y SU IMPACTO EN EL TRABAJO SOCIAL HACIA
EL SIGLO XXI”
09 al 13 de noviembre de 1.998 – SANTIAGO de CHILE

Ponencia: Medios para la producción de conocimiento en Trabajo Social: las problemáticas
de la praxis social, la investigación social y la sistematización.
RUTH NOEMI PAROLA, Lic. en Trabajo Social

Ponencia para Taller

Título: Medios para la producción de conocimiento en Trabajo Social: las problemáticas
de la praxis social, la investigación social y la sistematización.

Autor: RUTH NOEMI PAROLA.
Lic. en Trabajo Social.
Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra Trabajo Social VI: Práctica Profesional y
Supervisión Docente, de la Carrera Licenciatura en Trabajo Social. Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales – Universidad Nacional de Cuyo – Mendoza - Argentina.

Eje Temático: Investigación Social

Sub-eje Temático: Nuevos procesos de reproducción y producción del conocimiento: papel
de la investigación social

Tipo de Trabajo: Resultados de investigación como Becaria de Perfeccionamiento de la
Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Cuyo. Período Junio
1.997/ Junio 1.998. Directora: Dra. Adriana Arpini.


El problema trabajado durante el año de investigación fue la relación de desajuste entre el
ejercicio profesional y la formación, que acentúa la dicotomía –aún vigente en Trabajo
Social- entre la teoría y la práctica, entre lo académico y el ejercicio profesional. Situación
que obstaculiza el avance en la constitución de un saber más propio del Trabajo Social.
Por lo que, si profundizamos sobre cómo producir conocimiento, qué aspectos de la
realidad investigar, cómo es la configuración de ese objeto de investigación, para qué
producir ese conocimiento; podremos aportar fundamentos para esclarecer elementos que
contribuyan a la construcción del perfil identidad profesional, con el fin de conjugar
conocimiento y acción.

Nuestros Objetivos fueron:
· Rastrear en la historia del Trabajo Social cuáles han sido las herramientas
prevalecientes en cada etapa histórica para la producción de conocimiento en la
profesión.
· Analizar las diferentes posturas teórico-prácticas para producir conocimiento en
Trabajo Social: praxis social, investigación social y sistematización, a la luz de los
aportes actuales de la epistemología de las Ciencia Sociales trabajados en las
investigaciones anteriores.
· Reflexionar sobre las posibilidades de la investigación como herramienta fundamental
hoy para la constitución de un marco teórico propio del Trabajo Social y que repercuta
en el ejercicio y la formación profesional.

Los distintos momentos de la historia de una profesión son los que
contribuyen a la configuración de ésta como tal. Prestando atención a la Historia del
Trabajo Social, podemos precisar las diferentes formas que estableció la profesión para
relacionarse con el conocimiento y su producción.
En la etapa de la Beneficencia y la Filantropía, la relación inicial del Trabajo Social con el
conocimiento fue de ordenamiento de las experiencias acumuladas en este proceso de
racionalización de la Asistencia (sobre todo la pública), con el fin de darle un marco más
sólido a la práctica, incorporar la formación a institutos y/o universidades y obtener de esta
manera un status profesional. En la formación se parte del supuesto de que la sociedad
estaba dad como tal y había que ajustar/adaptar a los individuos disfunciona les a ella.
Se busca el apoyo tanto del Estado como de la Iglesia, con el fin de legitimar
esta acción profesional. Consecuencia: la línea divisoria entre la práctica profesional y la
religiosa y/o voluntaria se consolida como muy confusa, tenue; llegando –a veces- a una
indiferenciación entre ambas.
Si nos detenemos en la Etapa Aséptico Tecnocrática y Desarrollista,
nuevamente Trabajo Social no participa como colectivo profesional en la construcción de
los fundamentos teóricos y metodológicos de su práctica profesional: éstos vienen dados y
orientados por las concepciones políticas e ideológicas subyacentes en las políticas
sociales del Estado. “La política desarrollista impulsó un giro ideológico y científico, para ir
creando en las nuevas generaciones el consenso para el proyecto modernizador.”
(GARCIA CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas. pág. 82)

Trabajo Social: identidad profesional muy frágil, adjudicada y consolidada por este
proyecto hegemónico que buscó, precisamente, profesionalizar funciones, sobre todo
aquellas que fueran de control y contención social.
Al analizar el momento histórico de la Reconceptualización, es con el surgimiento de este
Movimiento que se hacen serios intentos por mirar críticamente a la realidad y reflexionar
sobre la profesión misma, buscando bases teóricas propias de la práctica profesional.
Y este en este momento cuando la profesión comienza a vivir un proceso
propio de conformación de su identidad, al oponerse a las condiciones de su lógica
constitutiva e intentar romper con una identidad positiva, atribuida por el mismo sistema
sociopolítico que le dio origen (esto en el sentido de LACLAU).
Este movimiento, sobre todo a nivel académico, surge como crítica al
llamado Trabajo Social Tradicional. Cuestiona: la concepción aséptico-tecnocrática; al
contexto sociopolítico de América Latina; a los modelos y teoría exógenas; a la pluralidad
de “metodologías” en la profesión –de allí que surgen los diferentes intentos por plantear
un Método Unico del Trabajo Social. Es aquí cuando se introduce en la profesión la
definición y el debate sobre la praxis social, la investigación social y la sistematización
como medios para el desarrollo propio de los fundamentos teóricos del Trabajo Social.
Sin embargo, se repite un error: se los intenta incorporar como métodos
propios del Trabajo Social para la intervención profesional y no se los vincula con la
producción de conocimiento: reiteración del “metodologismo” que ha caracterizado a la
profesión.
A partir de 1.980/1.985 en adelante –etapa que también se la denominó Post-
Reconceptualización- se intentó hacer una evaluación del momento precedente y una
superación de los desajuste producidos en el momento histórico anterior; sobre todo entre
la formación y el ejercicio profesional. Se comenzó a introducir como temáticas a la política
social, el espacio institucional, el espacio profesional y el espacio político del Trabajo
Social.
Se introduce con mayor predominancia a la sistematización como pilar para
un avance en la definición de un marco teórico propio del Trabajo Social. Sin embargo la
búsqueda sigue, en parte, girando en torno a la configuración de una metodología que
caracterice al Trabajo Social y a la dificultad para diferenciar entre intervención y
producción de conocimiento.
Por lo tanto, recatando la historia es que podemos precisar que, por el origen
empírico de la profesión y su relación tan intuitiva y atribuida con la teoría y el
conocimiento, su vinculación con éste ha sido direccionada más por el “hacer” puramente
operativo que por la producción teórica que explicite y reoriente ese hace, sus condiciones
de existencia y su vinculación con la totalidad social. Es por ello que en los momentos
anteriores a la Reconceptualización no se incluye explícitamente a la producción de
conocimiento como parte de la actividad profesional.
Es con el advenimiento del Movimiento de Reconceptualización en Trabajo
Social que se pone sobre el tapete la relación de éste con el conocimiento y nos enfrenta,
por primera vez, a nuestra falta de historia como productores de conocimiento, carentes de
la operatividad necesaria para la discusión colectiva en ese sentido y de trayectoria propia
y continua en la generación de conocimiento; poniendo en evidencia nuestra relación
subordinada a otras disciplinas dentro del campo de lo social y, sobre todo, con el
conocimiento.
Trabajo Social ha intentado superar estas situaciones con aquellas posturas
investigativas y de generación de conocimiento con las cuales se relacionó desde la
década del ’60 y que las asumió como propias: praxis social, sistematización e
investigación social.
Hemos englobado bajo la denominación de Praxis Social a diferentes
vertientes que tienen un mismo origen. Entendida como la concibió PAULO FREIRE, ya
que son sus concepciones sobre las que surgen –a partir de 1.960- estos diferentes estilos
de prácticas junto a los sectores marginados y populares que consideran a la
participación, la investigación, la educación, el conocimiento colectivo, la concientización y
la transformación de la realidad como partes de un mismo proceso, cuyo núcleo es la
praxis social. Aquí consideramos a:
. la investigación temática (1.969)
. la investigación acción, en sus vertientes educativa y sociológica (1.970)
. la investigación militante (1 .970)
. la investigación participante o investigación participativa (desde 1.980 en adelante)
Es por ello que en correspondencia a cada estilo de práctica participativa
surgen en la profesión, “métodos” del Trabajo Social, que tienen sus fundamentos teóricos
y prácticos en ellas:
. Método de concientización o temático – Paulo Freire (1.966)
. Método Básico – Univ. Católica de Chile (1.969)
. Método Unico – Univ. de Concepción de Chile (1.971)
. Método de la Militancia y el Compromiso – Ezequiel Ander Egg (1.973)
. Método de Investigación-Acción o Método de Investigación Militante – Víctor Bonilla,
Orlando Fals Borda (1.973)
Pero los mencionados, son métodos que nacen de prácticas y campos de
conocimientos ajenos a la profesión y que ésta asume acríticamente buscando
posibilidades de autonomía teórica y de respuestas más adecuadas a las áreas de
intervención. Pero, muchas de estas prácticas se originaron en el seno de las ONG,
cuando Trabajo Social aún no se incorporaba de manera muy significativa en ellas, sino
que el Estado era el principal campo laboral; se quiso traspolar el espíritu, el marco teórico
y la metodología de estas prácticas en la intervención profesional que se hacía desde y en
las instituciones estatales. Aquí aparecen las primeras dificultades (haciendo la salvedad
de los distintos matices de acuerdo a los diferentes países).
Con respecto a la Sistematización, esta propuesta también tiene su origen en
la educación popular y las prácticas a nivel pedagógico se llevaban a cabo en América
Latina en la década del ‘60/’70. Fue planteada como una forma de reflexión de
experiencias de intervención en una realidad social; pero que se desarrollan en la
promoción y la educación popular articuladas con grupos populares para la transformación
de esa realidad.
Más allá de que todas las propuestas hayan surgido en el seno de
experiencias de educación popular e investigación participativa, todas son el resultado de
la preocupación, de distintos profesionales (sociólogos, trabajadores sociales, pedagogos,
etc.) intervinientes en esas experiencias, por ordenarlas, hacerlas comunicables y generar
conocimiento a partir del trabajo con los sectores populares, intentando relacionar la
práctica con la teoría.
El CELATS, órgano académico y de estudio de ALAETS (Asociación
Latinoamericana de Trabajo Social) se enrola en esta propuesta, ya que su sede está en
Perú y allí estas experiencias de educación popular fueron muy importantes y
significativas. Por lo tanto, se irradia a todas las Asociaciones de Trabajadores Sociales de
América Latina esta propuesta, decidiendo incorporarla como la forma de producir
conocimiento al interior de la profesión. Para ello se la incorpora en la formación
profesional. La importancia de introducir a la Sistematización residió en plantear a las
experiencias como procesos y considerando a la intervención profesional en ellos,
analizando facilitadores y obstáculos, errores y aciertos de esa intervención profesional.
La temática de la Investigación Social es recién planteada seriamente en la
etapa de la Reconceptualización, cuando el colectivo profesional en sus encuentros
internacionales incorpora el término y se plantea la necesidad de hacer investigación para
un avance en la profesión. Pero se la incorpora como un primer paso dentro de la
metodología de intervención, como investigación diagnóstica.
Quizás esta consideración de la investigación, diferenciándola de las dos posturas
anteriores, se realiza porque Trabajo Social se empieza a pensar vinculado a las Ciencias
Sociales, sobre todo a la Sociología. Vinculación que aparece bastante precaria pero con
un intento de romper con esa relación de subordinación que hasta el momento se tenía. Lo
que sucede es que al no ponerla en cuestión era de dependencia; cuando Trabajo Social
intenta cuestionarla y reflexionar sobre ella, lo hace “desde afuera”, como forma de
generar un espacio autónomo y de mayor identidad.
En la actualidad se está planteado a la investigación como una actividad
necesaria y parte de la misma intervención para el desarrollo de la profesión, en un nivel
de igualdad con las otras disciplinas sociales.
Hay que destacar que lo descripto también describe la lucha al interior del
campo del conocimiento sobre lo social entre los distintos capitales simbólicos y las
distintas posiciones al interior de él.
La expansión del capitalismo trae aparejada una expansión y complejización
de la hoy llamada “cuestión social”, influyendo también en la relación Estado-Sociedad y
particularmente en la modalidad de la acción social de éste como respuesta a esas
problemáticas sociales. Esto genera una necesidad de especialización de aquellos
agentes que ejercían la acción social, ya que el Estado reemplaza en esta función, en gran
parte, a las Sociedades de Beneficencia, Filantropía y Caridad. Es aquí cuando se inician
las primera Escuelas de Filantropía que perfilaron las futuras Escuelas de Trabajo Social,
tanto en estado Unidos como en Europa.
Pero la función de estos agentes de la acción social fue más bien una función
de control social que tenía un sentido de “correctivo”, de ajustar aquellas desviaciones con
respecto al orden social vigente.
Función del Trabajo Social, que fue atribuida, fundamentalmente, por el
Estado y por los objetivos políticos de éste objetivados en las instituciones de servicio
social. Esta situación estableció un status y una identidad profesional atribuida, pero
asumida por el colectivo profesional como propia. Esto significó una relación acrítica del
Trabajo Social con lo político –representado en el Estado como empleador-, con lo social –
representado en la “cuestión social” y sus manifestaciones problemáticas sobre las que
Trabajo Social interviene - y consigo mismo -como colectivo profesional.
Por lo tanto, la relación con el conocimiento también se constituyó
acríticamente y de forma atribuida, subordinada a otras disciplinas. Esto en, en algunos
momentos, impidió un proceso propio de construcción y constitución de la identidad, de la
función y del marco teórico y fundante de la intervención del Trabajo Social; y en muchos
otros, obtaculizó este proceso.
Por lo que será preciso reconocer que Trabajo Social es una objetividad
amenazada por un exterior constitutivo –en el sentido de Laclau- para poder generar ese
proceso propio de construcción de la identidad profesional, que nos permita como
colectivo profesional establecer relaciones más críticas con el campo del conocimiento.
Porque la identidad y su constitución son puramente relacionales con una estructura
hegemónica, que a la vez que la bloquea, la afirma y forma parte de las condiciones de
existencia de esa identidad. Por lo que Trabajo Social construirá su propia identidad
siempre y cuando reconozca su existencia en relación con el Estado en su vinculación con
la Sociedad y la cuestión social que ese vínculo genera y que funcionan dialécticamente
como fuerzas estructurantes y relacionales.
“Lo que encontramos es siempre una situación limitada y determinada en la
que la objetividad se constituye parcialmente y es parcialmente amenazada...” (LACLAU,
Ernesto. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. pág. 44)
De esta manera, como Trabajo Social y su lógica de constitución fue
atribuida y acrítica, en cierto modo, estableció una relación con la generación de
conocimiento y la reflexión crítica que podríamos llamar “desde afuera”. No se sintió parte
de este proceso, por ello creemos que tomó lo que otras disciplinas del campo de lo social
generaban como explicación hegemónica y en consecuencia habría esa redundancia en
adoptar y/o adaptar métodos para la intervención.
Pero este hecho también es el resultante de las relaciones de poder que se
establecen en el campo del saber y en cualquier proceso de constitución de identidad.
No podemos considerar la relación de Trabajo Social con el conocimiento sin pensarla en
relación con ese proceso de constitución de la identidad y el status profesional.
Además de atribuida, la identidad del Trabajo Social se constituyó
fragmentada. Porque su origen fue en el seno de las instituciones estatales de servicio
social, por lo tanto Trabajo Social tuvo –en sus inicios- una práctica profesional
exclusivamente institucional y para la atención de las demandas que se acercaban a esas
instituciones. Instituciones diferentes, ya que el Estado también fragmentó la “cuestión
social”, como si ésta pudiera disecarse y ser abordada en partes. Con lo cual el campo de
intervención, Trabajo Social lo constituye a partir de la demanda que se acercaba a las
instituciones, pero no por el análisis y contacto con la cuestión social como totalidad que
se manifiesta a través de esas demandas parciales.
Por lo tanto, una mirada crítica de la profesión desde la cuestión social
unificaría la mirada del Trabajo Social, en cuanto a su identidad, su intervención y la
producción de conocimiento.
La generación del ’65 y el Movimiento de Reconceptualización que ésta generó fue
un movimiento de vanguardia en Trabajo Social en la búsqueda se una identidad propia y
de las primeras relaciones más críticas con el conocimiento y la teoría. Pero el derrumbe
de las condiciones sociopolíticas que alentaron su nacimiento, devino en frustración y
retroceso hacia el Trabajo Social Tradicional; sobre todo porque esa búsqueda se
estableció sobre bases más bien ideológicas que teóricas.
Por otro lado, las propuestas de la Reconceptualización en su momento se
diluyeron, parcialmente, en academicismos por el intento de elaborar un proyecto global
de un Trabajo Social Latinoamericano, cuando existe en América Latina “la intersección de
distintas temporalidades” (GARCIA CANCLINI, Néstor. Op. Cit. pág. 71).
Sin embargo estos intentos –Reconceptualización, Post-Reconceptualización
y el momento actual- de conformar una identidad propia y un marco teórico específico,
buscaron y buscan fundamentalmente una autonomía del campo del Trabajo Social. Pero,
debemos reconocer que esa autonomía siempre será relativa en función de las
condiciones de producción y circulación del saber y de las condiciones de existencia
particulares que establecen al mismo tiempo sus límites. Ya que en la definición del campo
del Trabajo Social son decisivas las fuerzas extra-profesionales con las cuales la profesión
establece relación en el proceso de su constitución y desarrollo –la institución y el área de
intervención.
Y, en el sentido que lo plantea García Canclini, la autonomía y dependencia
de un campo no se disuelve en leyes globales –capitalismo, políticas sociales,
instituciones-, pero sí se subordina a ellas con lazos siempre inéditos.
¿Será esta búsqueda de autonomía del campo profesional la que produjo el
marcado metodologismo como respuesta verdadera y absoluta para la generación de
conocimiento en Trabajo Social? Indudablemente esto no resolvió ni resuelve la relación
de Trabajo Social con el conocimiento; ya que la aplicación de un método de intervención
social no generará por sí misma conocimiento, ni logrará la unidad de éste con la acción.
Una metodología es siempre la operacionalización de un marco teórico, pero Trabajo
Social siempre tuvo una relación externa con la producción de conocimiento. Tomó y
abrevó de muchísimas teoría y metodologías que estaban de “moda” en distintos
momentos históricos, pero ha tenido muchísimas dificultades para hacer el esfuerzo por
reflexionarse críticamente en su intervención profesional con relación a la cuestión social,
el Estado, la sociedad y producir su propio marco explicativo.
Así es que en las primeras etapas históricas de la profesión, sus
fundamentos teóricos fueron tomados de la Psicología y la Sociología Positivi sta. En la
etapa aséptico tecnocrática, los fundamentos teóricos fueron el neopositivismo, el
estructural-funcionalismo y luego, además, el desarrollismo. En el momento de la
reconceptualización, al principio la teoría de la dependencia fue el marco explicativo y
luego el materialismo dialéctico. Posteriormente, la teoría sistémica, la psicología social, la
educación popular, etc.
¿Qué consecuencias trajo esto a Trabajo Social? ¿Es posible hablar de un
marco teórico del Trabajo Social? Creemos que no, sobre todo porque el obstáculo en
esta situación, es cuando las teorías se van tomando tal cual vienen formuladas desde
otro campo de conocimiento y acción y se convierten en dogmas, en las únicas
explicaciones válidas para la profesión y se intenta “aplicarlas” en el campo del Trabajo
Social. Esto ha generado, en gran parte, esa modalidad siempre vigente en la profesión de
plantear dicotomías, tanto en sus justificaciones teóricas como en sus intervenciones:
dependencia/nacionalismo; conciencia de clase/alienación; público/privado;
tradicional/moderno; dominantes/dominados; teoría/práctica; conocer/hacer. Este
pensamiento binario, bipolar ha llevado a adquirir el hábito de exigir y autoexigirse una
opción permanente y de forma excluyente entre algunos de los términos de las dicotomías.
Coincidimos con García Canclini que esto es “una simplificación insostenible” y conduce a
cerrar los caminos posibles de reflexión sobre la profesión que no permite visualizar que
Trabajo Social es teoría y práctica, es conocer y hacer.
Si tomamos en cuenta las diferentes posturas en las Sistematización unos
plantean que lo que se sistematiza es la práctica de los profesionales; otros, la práctica de
los grupos populares y aquellos que dicen que es la metodología. ¿Es posible plantear
estas exclusiones en una disciplina del campo de lo social que es de naturaleza
interventiva; cuyo campo de intervención se constituye a partir de la relación de Trabajo
Social como profesión con los sujetos sociales de las áreas de intervención, la
metodología que se utilice, la institución en la cual está enmarcado y la problemática que
manifiestan esos sujetos sociales como emergentes de la cuestión social y la teoría social
que contribuye a la comprensión de la misma? ¿No será entonces necesario incluir todos
estos términos cuando hablamos de producción de conocimiento en Trabajo Social? ¿No
será quizás que un marco teórico propio del Trabajo Social incluye también lo ajeno?
¿Pero cómo superar esta tradición de pensamiento binario, dicotómico?
Quizás se podría resolver si pensáramos a la Intervención del Trabajo Social como punto
en donde los distintos fragmentos que participan en la constitución de la profesión
encuentran cierta unidad, cierta relación de totalidad.
Porque la acción social ha existido como objetivación de la relación entre el
Estado y sus políticas sociales –como institución- y los sujetos portadores de los
problemas sociales que configuran la cuestión social hoy. Si Trabajo Social objetiviza a la
acción social y la relación con ella como LA INTERVENCION DEL TRABAJO SOCIAL
tendría la posibilidad de cierta autonomía como disciplina dentro de las Ciencias Sociales.
Esto le permitiría a Trabajo Social incorporar los aportes de la Teoría Social
desde una mirada que sería propia y direccione:
. el campo del conocimiento de la profesión tanto para su producción como para su acción
. la relación con los sujetos de su campo de intervención
. la relación dialógica con el campo de los saberes sobre lo social
De esta manera, al hablar de un marco teórico propio del Trabajo Social, lo
“propio” no se estaría oponiendo a lo ajeno, sino que lo estaría considerando desde una
perspectiva relacional. Entonces sí, la praxis social en su estilo actual de investigación
participante puede ser un medio para producir conocimiento en Trabajo Social; ya que no
sólo consideraría el proceso vivido por los sujetos sociales, sino también la relación de
Trabajo Social con ellos desde su intervención en el marco de la relación Estado-
Sociedad. De la misma forma la sistematización incorporaría esta mirada, al igual que el
proceso más riguroso de investigación social. Desde esta perspectiva Praxis Social,
Sistematización e Investigación Social son procesos investigativos que pueden ser válidos
en Trabajo Social en función de la intervención social.
Esto amplía las posibilidades de producción de conocimiento en Trabajo
Social, porque habría un punto que direccionaría dicha producción, dejando de considerar
a la investigación sólo en su función diagnóstica previa a una intervención particular; a la
sistematización como un esfuerzo reflexivo que nace y muere en una práctica concreta; y
a la praxis social como antigua y sin posibilidades actuales. Si no, considerando que las
tres modalidades, son tres formas válidas de investigación que le permitiría al Trabajo
Social producir conocimientos propios, de acuerdo a cada contexto y momento histórico en
que se realice dicha producción.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
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Nueva Visión, 1.993.
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(13) REVISTA de Trabajo Social. Perspectivas. Notas sobre intervención y acción social.
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